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Leer másLos primeros contactos entre humanos y gatos en el Antiguo Egipto se dieron de forma práctica: estos felinos cazaban ratas y serpientes que amenazaban los graneros. Su utilidad hizo que los egipcios los valoraran, pero con el tiempo, ese respeto práctico se transformó en veneración espiritual.
Los gatos comenzaron a vivir en los hogares y a ser vistos como protectores no solo de las cosechas, sino también de las personas. Su comportamiento misterioso, sus ojos penetrantes y su silenciosa vigilancia les dieron una aureola de animal mágico.
En el Antiguo Egipto, los gatos no eran simples animales de compañía. Eran criaturas sagradas, veneradas por su gracia, su poder y su aparente conexión con lo divino. La frase «matar un gato en el Antiguo Egipto podía costarte la vida» no es una exageración histórica, sino una realidad documentada. En esta civilización milenaria, los gatos representaban orden, protección y armonía.
A lo largo de este artículo exploraremos el profundo vínculo entre el pueblo egipcio y los gatos, el papel de la diosa Bastet, la existencia de momias felinas, y por qué estos animales eran considerados sagrados. Descubrirás también curiosidades y aspectos poco conocidos de este culto que aún hoy sigue despertando fascinación.
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Uno de los pilares del culto a los gatos en el Antiguo Egipto fue la diosa Bastet, representada como una mujer con cabeza de gato. Su rol fue evolucionando con los siglos: de diosa leona guerrera pasó a ser la diosa del hogar, de la maternidad, la música, la danza y la alegría.
Protectora de las mujeres embarazadas
Defensora contra malos espíritus y enfermedades
Simbólica del amor, la belleza y la armonía familiar
Venerada en la ciudad de Bubastis, donde se organizaban festivales multitudinarios en su honor
Tener un gato en casa era una forma de honrar a Bastet y asegurar su protección. Por eso, muchos hogares egipcios contaban con al menos un felino.
En una sociedad donde los gatos eran considerados sagrados, matar un gato en el Antiguo Egipto, incluso por accidente, era un acto castigado con la máxima severidad: la muerte.
El historiador griego Diodoro de Sicilia relata un caso en el que un romano fue linchado por una multitud egipcia tras matar a un gato, a pesar de que las autoridades intentaron protegerlo. Este nivel de devoción no era raro; los gatos eran ciudadanos sagrados.
Cuando un gato moría, la familia egipcia entraba en duelo. Se rapaban las cejas como señal de luto, y muchos gatos eran momificados y enterrados con objetos de valor. El proceso de momificación felina incluía ungüentos, vendajes de lino y pequeños sarcófagos decorados.
Estas momias de gatos en el Antiguo Egipto se colocaban en tumbas junto a sus dueños o en necrópolis dedicadas exclusivamente a animales sagrados.
Se han encontrado miles de gatos momificados en lugares como Saqqara, Beni Hassan y especialmente en Bubastis, donde el culto a Bastet alcanzó su punto máximo. Estas necrópolis felinas eran centros religiosos y económicos, donde los peregrinos dejaban ofrendas a cambio de la protección divina de los gatos.
Incluso se ha descubierto que algunos sacerdotes llegaron a falsificar momias para satisfacer la alta demanda, utilizando huesos de otros animales o materiales vacíos envueltos en lino. Las modernas técnicas de radiografía han sacado a la luz este fraude ritual.
El comercio de gatos sagrados estaba prohibido. Llevar un gato fuera de Egipto sin autorización era considerado traición. Si se sabía que un gato había sido exportado, se enviaban funcionarios reales para devolverlo al país.
Gracias al contrabando, los gatos llegaron a otras civilizaciones del Mediterráneo, pero su estatus sagrado nunca fue tan alto como en el valle del Nilo.
Los gatos en el Antiguo Egipto encarnaban el equilibrio entre el mundo salvaje y el mundo humano. Eran independientes pero cariñosos, silenciosos pero letales, discretos pero siempre presentes. En una cultura obsesionada con el orden, la simetría y la espiritualidad, los gatos eran la representación perfecta del Ma’at, el principio del orden universal.
Sus ojos, que brillaban en la oscuridad, se asociaban con la luna y la vigilancia nocturna. Su habilidad para eliminar serpientes y roedores los convertía en guardianes natos del hogar y del templo.
Algunos faraones tenían gatos como mascotas reales con joyas y collares de oro
Había sacerdotes encargados exclusivamente del cuidado de gatos sagrados
Muchos amuletos egipcios tenían forma de gato y se usaban para protegerse de enfermedades
En las tumbas se han encontrado pinturas de gatos cazando junto a sus dueños
Los gatos negros no eran temidos, sino aún más venerados por su asociación con la magia
Aunque la religión egipcia antigua desapareció, el respeto y la admiración por los gatos sigue vigente. Muchas culturas actuales continúan viendo a los gatos como seres especiales, intuitivos y protectores.
Internet está lleno de contenido felino porque, de alguna manera, seguimos sintiendo esa atracción inexplicable por su elegancia y misterio. El culto a los gatos en el Antiguo Egipto fue solo el inicio de una relación que ha perdurado miles de años.
Los gatos en el Antiguo Egipto no solo eran mascotas: eran dioses, símbolos de lo divino, guardianes del hogar y protectores del alma. Matar uno era un sacrilegio; cuidarlo, un acto de fe.
En GatsTgn, aunque no vivimos en el Antiguo Egipto, creemos que cada gato merece respeto, protección y cuidado. Especialmente aquellos que viven en la calle y dependen de nuestra ayuda.
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